03-12-2417
Mi cumpleaños
He decido llevar este diario
comenzando hoy porque es el último de mi vida en este mundo. Si, hoy me mudo
para siempre para mi propio universo.
Una vez que llegue, y asuma mi
reinado, voy a tomar precauciones para que este diario se transmita
constantemente a la galaxia, con la esperanza de que mi historia y de alguna
manera una porción muy pequeña de la historia humana, quede preservada. Tomando
en cuenta esto trataré de contar como llegamos hasta aquí, con muy limitados
recursos literarios ya que no soy escritor, solo soy un tipo normal.
Reflexionando un poco, agradezco
infinitamente haber nacido en este tiempo (nací en 2371), muchos de los
problemas que nos aquejaron siempre como especie y como sociedad han sido
solucionados. A una persona del pasado le parecería esto increíble, pero creo
que por fin lo hemos hecho bien. Las hambrunas son cosa del pasado, no más
guerras, desde la última (y definitiva) hace 200 años, lo cual nos permitió
comenzar de nuevo. Con orden y con paz. Que felicidad.
Capítulo 1
La guerra
Las guerras han sido compañía de
los seres humanos desde que somos entes sociales, allá en la prehistoria las
primeras tribus se peleaban entre ellas por comida y territorio. Convirtiéndose
en la herramienta humana para la selección natural. Mientras más nos
civilizábamos, mientras más técnicos y habilidosos, mientras más organizados,
esta eterna y vil compañera se hizo más cruel y despiadada, echando mano de
cuanto avance tecnológico pudiéramos lograr para lograr su nefasto fin, imponer
una tribu sobre otra. De hecho, todas las epopeyas humanas han sido provocadas
o bien han sido consecuencia de una guerra, que solo nos baste recordar las
revoluciones, el nacimiento de las grandes naciones o las grandes
movilizaciones territoriales. De hecho, existía una rivalidad entre los dos
azotes humanos sobre quien causaba más muertes: la guerra y las enfermedades,
pero mientras la última era derrotada paulatinamente por los avances
científicos, la otra se aprovechaba de ellos para volverse más fuerte y
destructiva. Y como era previsible ganó la guerra. Acabó con aquella gran
civilización, que si bien con muchos problemas, era grandiosa. Base fundamental
de lo que somos hoy día.
Durante la segunda década del
siglo XXI las cosas estaban muy mal, habitaban la tierra algo así como siete
mil millones de personas (hoy solo somos 300 millones), no había comida ni recursos
suficientes para todos, es decir, quizá si los había, pero la desigualdad era
tal que solo un pequeño porcentaje de la población disfrutaba de una vida
confortable. No me puedo imaginar eso.
No conozco los hechos
exactamente, pero esa guerra fue tan terrible que fue la última. Hubo de morir
prácticamente toda la población del planeta para que aprendiéramos a convivir
en paz. Solo desde ese punto de vista se puede decir que valió la pena. Trataré
de hacer un esbozo de lo que sucedió, ya que como dije antes no conozco la
historia al detalle.
Según recuerdo por mis clases de
historia, en ese tiempo todavía la tierra estaba dividida en naciones, lo cual
probablemente fue la causa de la mayoría de las guerras en el pasado. Se dio la
coincidencia de que los peores y más peligrosos lideres estuvieran al frente de
sus países al mismo tiempo. Produciendo lo inevitable, una guerra a escala
global. Al principio fue solo una contienda de palabrejas e insultos, pero los
egos estaban tan inflamados y el orgullo vanidoso era de tales proporciones que,
gradualmente se fue pasando de las palabras a los hechos, de los insultos a las
balas, a los cañones, a las bombas, a los misiles. Lo que si recuerdo con total
claridad es el estúpido incidente que desencadenó la hecatombe. El club de la
arrogancia y vanidad en que se había convertido la política internacional de
esa época, era el escenario propicio para el desencadenamiento de nuestra más
horrible catástrofe como especie. Alguien dijo en un Tweet (red social famosa
de aquella época) “Todo el poder de mi país caerá sobre ti” a lo que el otro
respondió con amarga y despreocupada sorna: “te estoy esperando”. Esta
ridiculez desencadenó un ataque nuclear, no está claro si fue un error o no, lo
que si es cierto es que la casi extinción de nuestra especie se debió a
sentimientos tan viles y vacíos como la vanidad y la soberbia. Después que la
primera bomba cayó, se precipitó un efecto cascada, y las ciudades, junto a
millones de almas, desaparecieron en una serie de explosiones inimaginables,
pienso que solo pueden tener verdadera perspectiva de lo que ocurrió a quienes
lo vieron desde el espacio. Las fotos de satélite que aún se conservan de ese
instante, muestran a un planeta azul, antes impoluto, atacado por una plaga
infecciosa de hongos amarillos, violando su majestad de planeta, arruinando esa
obra maestra natural.