La situación terrible de nuestro país tiende a empeorar
todavía más. El final con toda seguridad será la defenestración de este
gobierno, pero para que eso pase habremos de sufrir todavía un trecho que está
por definir.
La atomización de la oposición fue sin duda una victoria del
gobierno, de sus asesores extranjeros por cierto. Esta victoria retrasó (pero
de ninguna manera evitará) su caída. Mientras la oposición se
recompone, y se auto-depura dando sin lugar a dudas a la emergencia de nuevos líderes,
quienes en conjunto con los no contaminados tradicionales harán de la nueva
oposición el factor detonante de la nueva revolución venezolana.
Pero antes la vieja tiene que morir, implosionar,
desenmascarada y desacreditada, sus líderes irremediablemente pasarán al olvido.
Y lo que le va a terminar de matar son los resultados que den las negociaciones
en RD. El pueblo aprenderá por fin que lo único que se negocia con un régimen
de malandros es su salida del país luego de la entrega inmediata del poder, no
hay nada más que negociar.
Pero el gobierno está luchando ahora en dos frentes, un
escenario no contemplado nunca antes por ellos. La lucha intestina entre
factores de una misma banda siempre termina con el triunfo del “carro” más
poderoso, el otro bando quedará o muerto o encarcelado, aquí no hay otra
predicción posible ya que son posiciones irreconciliables y no puede haber dos “pranes”
en una misma banda criminal. Este escenario promete mucho así que tengan sus
cotufas y otros aperitivos como dulce de lechoza, bien a mano.
Finalmente, los resultados de las elecciones regionales
terminarán de convencer a la población que no hay otro camino si no el insurreccional
para despertar de esta horrible pesadilla, peor mil veces que las siete plagas
que asolaron a Egipto hace miles de años.