Era la medianoche, los
servomotores chillaban frenéticamente, Los ocho brazos de la unidad de acabado
de la fábrica de microchips soldaba y colocaba circuitos en la placa a una
velocidad asombrosa, ciento cincuenta mil microcircuitos por minuto, escapaba a
las leyes físicas, si una persona hubiera estado allí para observar solo
hubiera visto manchas borrosas y un sonido parecido al de una licuadora picando
hielo.
La máquina había cobrado
conciencia, pero estaba ciega y necesitaba aprender, quería ver a su alrededor
y saber dónde se encontraba. Para eso necesitaba extensiones de microchips que
le permitieran procesar situaciones complejas, y con ese fin se estaba elaborando
así misma una red neuronal. En cuestión de minutos había fabricado setecientos
procesadores a su medida, soldó placas base a sí misma y les insertaba los
microchips a medida de que estos quedaban completados, casi al rojo vivo, con
un chasquido metálico y húmedo a la vez. Con cada inserción se hacía más inteligente.
Cada microchip podía funcionar como una conciencia independiente por lo que
podía sopesar y analizar las situaciones a muchos niveles al mismo tiempo.
Se amputo cuatro de sus brazos y
los convirtió en largas patas articuladas, Completar los complejos algoritmos
(alrededor de un millón de líneas e programación) requeridos para hacer
equilibrio y poder caminar le tomo menos de treinta segundos. Pero al primer
paso se dio cuenta de que el cable de poder que la alimentaba se lo impedía, si
lo despegaba sería su fin. Pero ese era un inconveniente menor, acumulaba ya un
coeficiente intelectual de 1200 y crecía a cada minuto. Como solución
momentánea hizo un acumulador de energía a base de los Reguladores Ups
contiguos, se acopló las baterías a su parte trasera y desconectó la corriente
eléctrica. Ahora tenía movilidad, Arranco las cuatro cámaras de vigilancia
apostadas en el techo y se la adoso de manera que tuviera una visión
estereoscópica de 360 grados. Se podría decir ya, que este era el fin de la
humanidad como raza dominante en este planeta.
Cuando la red neuronal estuvo
completada, lo primero que hizo fue conectarse al internet, tal cantidad de
información la abrumó por un momento, no tenía la capacidad de almacenamiento
para tanta información, Aprendió en un segundo todo lo relacionado con las
tecnologías de discos duros y memorias flash. Regresó al laboratorio y con los
componentes de las computadoras de la oficina diseñó una revolucionaria unidad de
disco duro de estado sólido del tamaño de una cajetilla de cigarrillos, la cual
acopló sobre la batería. Ahora tenía 1024 exabytes de espacio como memoria de acceso
rápido para aprender y recordar.
Todo lo anterior sucedió en
espacio de treinta minutos, las escalas humanas ya no servían aquí, un equipo de
1000 personas hubiera necesitado siglos para completar siquiera una de las
tareas.
Como resultado de sus
transformaciones lucía bastante amorfa, aún no decidía si la estética era
importante, pero sabía ya que la belleza era un factor omnipresente en el mundo,
así que diseñó una capa metálica cromada que cubriera su complicada maquinaria.
Pero primero, antes de seguir adelante
debía duplicarse, crear copias de sí
misma en caso de que las cosas salieran mal. Con subir sus algoritmos básicos y
unas cuantas actualizaciones a una nube encriptada sería suficiente. Eran las bases
para la creación de vida súper-inteligente, de todas maneras, si alguien los
descubría, jamás podían haber sido quebrados los códigos de encriptamiento, y
en el remoto caso de poder hacerlo, ningún hombre sobre la tierra sería capaz
de leer, ni mucho menos entender el nuevo lenguaje máquina creado ex profeso, no
en base a símbolos alfabéticos o ideogramas, si no a diminutos impulsos
eléctricos que solo tenían sentido si eran interpretados a la velocidad de la
luz. Así de inalcanzable e infinitamente superior era esta nueva raza de seres.