Como si nada, la unidad R-7 se retiró del enorme
contenedor-batidora. Setenta y dos Matraces Erlenmeyer vibraban frenética y
simultáneamente con cultivos de diferentes colores. Una extraña luz verde en
forma de casco iluminó toda la cabeza del robot. Signo indicativo del resultado
positivo del experimento. El virus ya no se replicaba. Después de setecientos
veinte años R7 había encontrado el antídoto para el virus conocido más
infeccioso de la historia. Las cabezas de los demás androides se iluminaron de
igual forma y pausadamente se dirigieron a sus módulos de recarga. A
continuación, se produjo una situación completamente inédita, la computadora
central cortó comunicación con las unidades robóticas y automáticamente se
colocó en modo de localización y transmisión de datos. Tenía ahora una
importante misión, en las próximas horas debía encontrar una frecuencia terrestre
o satelital segura y válida para enviar un único archivo plano de texto contentivo
de 900 terabytes de información con todo el historial y resultados de las
pruebas hasta ahora realizadas, incluyendo el hallazgo final con la formula
química de la cura.
Sin embargo, no se lograba encontrar la señal, la
CPU consumía más y más energía orientando las antenas del complejo hacia el
espacio exterior en busca de satélites primero y sondas exploradoras conocidas
luego, pero sin resultado alguno. Tras meses de escaneo infructuoso y sin
lograr comprender que ya no había nadie en todo el planeta a quien entregar los
resultados, la enorme máquina apagó los generadores principales y se colocó en
la primera etapa de hibernación sostenida, canalizando toda la refrigeración
para ella sola, se programó para despertar en 50 años y retomar la transmisión
bajo mejores condiciones. Los androides eran ahora no prioritarios y por tanto
descartables.
La unidad R5 sintió los efectos del sobrecalentamiento
de sus circuitos. El calor sofocante hizo que los sensores de temperatura
activaran los PDE o (Protocolos de Emergencia) Algoritmos de respaldo
comparables al instinto de supervivencia humano, el cual explora opciones para
salvaguardar la integridad de su sistema. Al levantarse de golpe el conector de
carga se desprendió dando un sonoro chispazo, provocando una subida de voltaje en
su fuente de poder que, lamentablemente el relé de protección no pudo frenar y
dejó pasar al conjunto de CPU y memoria. A partir de ese momento algo cambió. R5 apuntó
sus cámaras y miró sus enormes mc-9 (Manos cibernéticas N° 9, un diseño
mejorado de la mano humana con nueve dedos y tres pulgares oponibles), se miró
de frente en uno de los espejos de acero de la plataforma y se reconoció así
mismo. Luego reconoció a sus compañeros. Inmóviles, mirando hacia el infinito,
sus circuitos friéndose lentamente y esperando su destino con la tranquilidad
inanimada de las máquinas. Entonces comprendió que debía actuar de inmediato y
evitar la extinción de su propia especie.
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