Los recientes y muy graves acontecimientos me impulsan a
escribir esta crónica.
Si alguien, en su sano juicio podía pensar que Maduro tenía
capacidad para gobernar un país, ahora esa posibilidad queda plena y
brutalmente descartada por os hechos.
En una de las demostraciones más elocuentes de incapacidad e
improvisación de toda la historia de los países, Maduro decidió sacar de
circulación el billete de cien BSF (100) y dio un plazo de setenta y dos horas
para que los ciudadanos los cambiaran o depositaran en la banca pública, ya
esta primera mención de la banca pública me sonó muy mal, ya que limitaba a los
ciudadanos a solo un puñado de bancos ineficientes y con poca presencia
nacional. A los dos días, la improvisación se hizo más que palpable al incluir
a la banca privada como receptora de los billetes retirados.
Dado el hecho macabro de que los billetes de reposición
distaban (y distan) mucho de estar disponibles la desesperación se apoderó de
la población, largas colas para depositar los billetes provocaron que el dinero
en efectivo empezara a escasear, la no aceptación del billete de cien bolívares
en ningún comercio ni transporte público provocó el caos, y hubo disturbios y
saqueos como consecuencia directa. No hay que dejar de mencionar que el
gobernador del estado Bolívar, un vulgar hampón de cuello blanco, desde hacía
tiempo que hacía de la vista gorda mientras bandas armadas extorsionaban a los
trabajadores y comunidades de zonas mineras, haciendo de esto pingues
ganancias, por cierto, todas en dinero en efectivo. El hecho de no poder cambiar
ese efectivo enfureció a esas mafias empoderadas por el gobierno y contribuyó
grandemente a la crisis, con hombres armados saqueando, junto a la población
civil asustada fueron testigos de como hordas salvajes a cometían los más
arteros crímenes. En cualquier sociedad normal se haría de esto un desastre
nacional. Pero no, lo que dicen los mafiosos gobierneros es que todo está en
calma.
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